SEDI

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Soberanía Alimentaria, Justicia de Género, Diaconía

Justicia de Género – Que se escuche nuestra voz

Delegación de ACT Alliance a 56° CPD de ONU, abril 2023

Las mujeres de las iglesias tenemos mucho para decir en favor de nuestros derechos y llegamos a espacios muy relevantes de incidencia global para hacerlo. En esta oportunidad queremos compartirles sobre dos intervenciones que hemos realizado ante las Naciones Unidas.

Recientemente, la pastora Mariela Pereyra, Vicepresidenta de la IELU, nos representó en la 56° Sesión de la Comisión de Población y Desarrollo, convocada este año 2023 bajo el lema «Población, educación y desarrollo sustentable».

La pastora Mariela hizo parte de la delegación de ACT Alliance, organización que representa a más de 135 iglesias y organizaciones relacionadas con iglesias cristianas protestantes y ortodoxas -OBF- trabajando juntas y en más de 120 países.

La justicia de género, incluidas la salud y los derechos sexuales y reproductivos, son prioridad para la Alianza ACT.

La pastora Mariela fue la encargada de dar lectura ante la asamblea de la Declaración de la Alianza, que copiamos a continuación:

Acción Conjunta de las Iglesias (Alianza ACT) – ECOSOC Declaración oral de la CPD56,  a cargo de Mariela Pereyra, ACT Alliance

Reconocemos la importancia de una resolución conjunta en la 56° Comisión de Población y Desarrollo. Con el enfoque en Educación de este año, debemos afirmar que todas las personas, especialmente jóvenes, tienen derecho a la educación. Esto incluye el derecho a una educación sexual integral, que permite a niñas, niños y jóvenes desarrollar conocimientos, habilidades y valores positivos precisos y apropiados para su edad.

Todas las personas deben tener la capacidad de decidir libre y responsablemente sobre sus vidas, incluida su sexualidad, salud sexual y reproductiva, siendo libres de discriminación, coerción y violencia.

El 84% de la población mundial se identifica como personas de fe, sin embargo, el potencial de los actores religiosos en toda su diversidad promocionando el Desarrollo Sostenible, a menudo no se reconoce. En cambio, la religión está siendo instrumentalizada para crear polarización y resistencia al logro de los compromisos de la CIPD.

Estamos trabajando dentro de nuestras propias comunidades de fe para ampliar las teologías que afirman los derechos, transforman las normas sociales e invertimos en asociaciones para abordar las barreras estructurales y culturales, procurando la justicia reproductiva para todas las personas.

Instamos a los Estados Miembros a:

1- Aplicar plenamente y garantizar que no haya regresión o excepción en el Programa de Acción completo de la CIPD y las declaraciones posteriores.

2- Invertir en marcos de justicia sexual y reproductiva. Tomar medidas específicas para eliminar barreras estructurales, leyes discriminatorias y normas sociales que restringen las libertades fundamentales y la autonomía corporal.

3- Proporcionar recursos a las asociaciones de múltiples partes interesadas, incluso con movimientos feministas y movimientos basados en la fe, para afirmar la salud y los derechos sexuales y reproductivos, incluyendo la educación sexual integral, y el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva.

4- Reafirmar y proteger plenamente los derechos humanos en las políticas de población, para garantizarlos en todas las personas, independientemente de dónde se encuentren en el mundo.

5- Defender la integridad del sistema de las Naciones Unidas y participar en diálogos que se alejen de la polarización y se acerquen a la colaboración en beneficio de todos.

«La fe en esencia es dignidad, justicia, compasión y amor. Instamos a los estados miembros a actuar con estos valores, para garantizar que no dejemos a nadie atrás»

Y ya dos años antes, en el mes de abril de 2021, la Directora de SEDi, Pilar Cancelo, también formó parte de la Delegación de ACT Alianza (virtual en aquellos días de pandemia).

Volvemos a compartirles el mensaje que presentó en aquella oportunidad bajo el nombre de «Not Religion, Not the State – Women and Girls Must Decide their Fate«:

“Nuestra Fe nos dice que el primer mandamiento es el amor. Y todas las formas del amor necesitan de un ambiente psíquico, espiritual y social para desplegarse. Ese ambiente, ese marco de libertad, nos lo da la plena vigencia de los derechos humanos. Nuestra Fe no puede prescindir de la perspectiva de derechos. Los derechos humanos de universalidad y no discriminación se aplican a todas las personas, y vivir una vida libre de violencias es uno de los derechos humanos más vulnerados. No alcanza con que sea reconocido en los instrumentos internacionales más recientes. Todavía es una conquista, un desafío cotidiano. La Igualdad de género que también desde la Fe perseguimos, y que es el disfrute equitativo de los derechos humanos, incluye oportunidades y libertades fundamentales para toda la diversidad humana.

Decimos que los cuerpos son para los y las creyentes templo del espíritu. Nuestra existencia en este mundo es en un cuerpo humano. La vida o la muerte se manifiestan a través de los cuerpos. Somos cuerpos. En ellos y con ellos transitamos la vida y la gozamos. Sin embargo, el cuerpo ha sido siempre el mayor espacio de opresión y apropiación de las mujeres: violación, agresión, negación, abuso, manipulación, idealización. Nosotras conocemos el dolor de vivir víctimas de relaciones de violencia y humillación. Tantas mujeres en sus cuerpos viviendo una crucifixión cotidiana. Torturadas. 

Las iglesias hemos contribuido en la construcción de esos mandatos de desprecio por el cuerpo y de sumisión de las mujeres al varón. Estamos ahora y con urgencia nombrando teológicamente esa alienación,  rabia,  dolor y deshumanización engendrados por el sexismo y el racismo patriarcal en la sociedad y en las iglesias. Estamos acá hoy para decir que el cuerpo no puede ser dejado de lado en una lectura que se pregunta por las relaciones de género. Recuperar los cuerpos es parte fundamental de la afirmación de la vida concreta y sensual. Volver a decir que el cuerpo es lugar de revelación de lo Sagrado, asumiendo y afirmando la dinámica liberadora del gozo y del placer sin los límites de la vergüenza, de los estereotipos ni censuras opresivas.

Estamos acá también para afirmar desde la Fe que gritar “nosotras decidimos” implica exigir el ejercicio de  derechos sexuales en términos de libertad plena para elegir quién es mi pareja, si quiero tener una, el derecho a la intimidad, al deseo, al momento y las formas para las relaciones sexuales. Y alcanzar plenamente el goce de los derechos reproductivos para elegir cómo nos cuidamos y evitamos embarazos y maternidades no deseadas: las organizaciones basadas en Fe debemos exigir a los Estados que garanticen para todas las mujeres el acceso a métodos anticonceptivos y productos de gestión menstrual, en una perspectiva de salud integral.

Las organizaciones de Fe en Argentina estamos en los territorios hablando directamente con las mujeres, porque nosotras las mujeres somos las que estamos siendo disputadas en los discursos fundamentalistas y de odio que nos arrasan. Estos discursos, sabemos, utilizan estrategias de desinformación, y frente a ello nuestro rol es el de  pedagógica y amorosamente transmitir informaciones de valor. En Argentina contamos con la vigencia de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral  que nos otorga un marco de actuación en el que estamos comprometidas.

La  experiencia nos enseña que nada puede hacerse por las mujeres sin nosotras, nada DEBE hacerse sin nosotras, entre nosotras, con nosotras. NUNCA delante o por encima de nosotras. Nunca tutelando. Sólo es posible transformar construyendo un NOSOTRAS. 

Hemos aprendido que es necesario brindar espacios de confianza, escucha y contención, espacios íntimos y seguros, y que esto es una tarea que muchas mujeres esperamos de las iglesias, y valoramos. La transformación viene de la mano del escuchar y compartir historias de vida de mujeres reales.

Desarrollamos proyectos que operan en los planos simbólicos, circulando narrativas y perspectivas de Fe liberadoras que parten de la relectura en contexto de los textos sagrados en la certeza de que el Espíritu Santo interviene e inspira cuando hay comunidad. Acompañamos visibilizando voces y liderazgos de mujeres con mirada profética. Alentamos procesos de elaboración y puesta en práctica de protocolos de prevención y actuación frente a las violencias, impulsando el diseño de políticas de género para los grupos y comunidades organizadas.

Estamos fuertemente comprometidos en el plano de la acción, movilizando recursos y propiciando articulaciones con sectores y tramas sociales y con el estado. En la experiencia argentina, en mi experiencia personal, la forma de hacer incidencia pública desde las organizaciones basadas en Fe incluye exigir que los Estados en todos sus niveles generen dispositivos de asistencia y protección que pongan en el centro a las mujeres y respeten nuestros derechos. Tenemos un rol de disputa del sentido de esos servicios que se generan en estados patriarcales que pretenden tutelarnos, al punto de generar refugios que más bien parecen cárceles, donde las mujeres no tenemos absolutamente ninguna decisión respecto del curso de nuestros días y de nuestras vidas, y ninguna oportunidad de movernos por el deseo personal.  Las organizaciones basadas en Fe exigimos a los estados la asignación de presupuestos para garantizar servicios de salud integral para las mujeres y para la atención a víctimas de las múltiples formas que asume la violencia machista. La exigencia del acceso a la justicia y la garantía de justicia es también parte de este desafío en Argentina. La administración de justicia en todos sus niveles es una trinchera patriarcal que reproduce violencias e impide a mujeres y niñas la esperanza en que sus vidas sean vividas en abundancia. Basta con que miremos los números de femicidios que podrían haberse evitado si las denuncias de las mujeres fueran atendidas.

Nuestra tarea como organizaciones de Fe enfocadas en el desarrollo incluye la pregunta crítica por el  sentido y contenido de la noción misma de desarrollo. No queremos un desarrollo ficticio, de números sin sustento, de privilegios para pocos que se enriquecen más y más cada día con ingresos millonarios, cuando estos son  insuficientes para la inmensa mayoría. No queremos un desarrollo carente de rostro humano, nulo en la inclusión de derechos plenos para las mujeres. Las organizaciones de Fe seguimos trabajando para transformar aquellos aspectos en los que las instituciones y las prácticas inhiben la participación de las mujeres. El acceso al pleno goce de los derechos sexuales y los derechos reproductivos es una de las más grandes deudas, una promesa incumplida. Su goce viene rezagado, dando avances lentos y con logros muy escasos. La pandemia del covid 19 ha agravado, como sabemos, esta realidad.

Afirmamos que no hay desarrollo sostenible sin nosotras. No hay desarrollo sostenible sin mujeres en pleno ejercicio de todos nuestros derechos. La promesa es la de no dejar a nadie atrás en esta tierra prometida, que es la que transitamos hoy, donde nos movemos y existimos.»

Pilar Cancelo – Servicio Evangélico de Diaconía – SEDi Argentina