Las iniciativas apoyadas por nuestro Programa son llevadas adelante en su gran mayoría por mujeres. Por una gran diversidad de mujeres: de ciudades, rurales, criollas, indígenas, migrantes. Mujeres trabajadoras, que de distintas formas asumen roles y tareas de cuidado adicionales a las del trabajo llamado “productivo”. Y que además se animan y encuentran fuerzas para llevar adelante un pequeño proyecto asociativo, comunitario, del que también se hacen protagonistas.
El pasado 25 de noviembre fue el Día Internacional de la Erradicación de la Violencia contra las Mujeres. En SEDI nos unimos a la Campaña 16 Días de Activismo por el Fin de la Violencia contra las Mujeres, que es una movilización global de la sociedad civil que tiene por objetivo promover el debate, sensibilizar, prevenir, denunciar y eliminar todas las formas de violencia practicadas contra las mujeres y niñas en todo el mundo.
En Argentina, tenemos la Ley 26.485 de “Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, en los ámbitos en que desarrollan sus relaciones interpersonales”. Esta Ley enumera los distintos tipos y modalidades de violencias en los diversos ámbitos de relación. En sentido amplio, la violencia queda definida según esta Ley como
“Toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física , psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal”. Y se considera violencia indirecta a los efectos de esta Ley, toda conducta, acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria, que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.
Comprende la violencia física, psicológica, sexual, económica y patrimonial, simbólica, intrafamiliar. Institucional, laboral, libertad reproductiva, violencia obstétrica y violencia mediática.
Se necesita mucho más que una ley para abordar estos desafíos. Las Iglesias a través de SEDI y de la herramienta del Programa UNIR ponen a disposición una oportunidad de reflexión comunitaria, escucha, contención y toma de conciencia de estas violencias. Las soluciones nunca son unipersonales, fuera de la comunitario no alcanzamos una vida plena y libre de violencia. Las mismas mujeres vamos encontrando los caminos en el encuentro y el compartir, en los cuidados mutuos, y en la búsqueda de nuevos y mejores vínculos con los varones y compañeros.